jueves, 17 de junio de 2010

Manuel Castells - La era de la información es nuestra era

Las transformaciones tecnológicas que estamos viviendo, sobre todo en información y comunicación, tienen un carácter que es a la vez incluyente y excluyente, dependiendo del poder de quienes se benefician.

La revolución tecnológica, asociada a la ley del mercado y a la globalización, se erige como la única forma de organización social posible, trayendo consigo la desaparición de la autonomía de la sociedad para decidir en función de sus intereses y valores.

El control sin restricciones de los derechos de propiedad intelectual se ha convertido en el mecanismo fundamental del control de la riqueza. Es una propiedad restrictiva, parasitaria, que excluye innecesariamente y que constituye un obstáculo para el progreso.

Desarrollándose a la par, una obsesión por la seguridad y el control de los estados sobre dichas comunicaciones, que se plasma en una vigilancia electrónica ubicua y la invasión sistemática de la privacidad por parte de empresas comerciales y agencias de gobierno.

De este modo, la innovación tecnológica, la investigación científica y la creatividad cultural son apropiadas, manipuladas y coartadas por aquellos que se interponen entre los productos de dicha creatividad y la sociedad de donde surge. Donde la expropiación del trabajo se extiende a la expropiación de las mentes.

Frente a este panorama, actualmente la reapropiación por parte de la sociedad del fruto de su creatividad cuenta ahora con medios poderosos. Si la información es poder, la comunicación es contrapoder.

El origen era bien distinto.

Los protocolos TCP/Ip fueron puestos en el dominio publico y subsiguiente completados y adaptados de forma libre. La world wide web fue desarrollada y distribuida gratuitamente. Fueron los hackers quienes desarrollaron Internet como red de comunicación informática global y la comunidad internauta la que se autogestionó. La arquitectura de Internet fue diseñada deliberadamente para hacer difícil su control, y esto fue lo que lo hizo posible que se desarrollara Internet. Y que a pesar de los continuos intentos de comercializar, los flujos de información en Internet son de uso social y personal no comercial.

Actualmente, la aparición de software libre (producidos libremente, sin derecho de propiedad intelectual, sin trabajo pagado y sin estructura de poder impuesta), el movimiento de código abierto, la existencia y fuerza de Linux y Apache y las formas alternativas de derecho de propiedad como Creative Commons demuestran que es posible otra forma de innovación tecnológica con productividad económica, a la que se añade, además, la utilidad social.

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